El diario Público de hoy presenta una propuesta de decálogo laico para que, como dice la Vicepresidenta De La Vega, podamos «avanzar en la laicidad del estado» y «proteger las creencias de quienes no creen«. Resumo únicamente los enunciados del decálogo, aunque en Público está cada propuesta algo más justificada y desarrollada:
- Educarás en igualdad.
- No sermonearás fuera del púlpito.
- No impondrás tus símbolos al Estado.
- No mezclarás la gloria terrenal y celestial.
- No acapararás las fiestas del calendario.
- No invadirás instituciones públicas.
- Cederás tu patrimonio al Estado.
- Acatarás la ley de datos.
- No utilizarás los medios públicos.
- Te autofinanciarás.
Por cierto, y hablando de autofinanciación: yo ya he puesto la X en lugar correcto en mi declaración de IRPF, en el que los destina a fines sociales. Anda, sé un/a buen/a ciudadan@ laic@, y no des ni un céntimo de euro público a ninguna iglesia. Te lo recomiendan Gran Wyoming y Buenafuente: no financies a curas, obispos, cardenales, mujaidines, imanes o rabinos.
ACTUALIZACIÓN 11.05.2008_12:45: Javier Ortiz, como siempre, sembrao en su columna de público, pone el dedo en la llaga. Una cita textual y breve de su artículo de hoy:
«Es dudoso que quien se viste de gala para acudir al Vaticano a concelebrar la beatificación o santificación de éste o del otro supuesto mártir hispano, y besa la mano de todos los papas o cardenales que se le ponen por delante, tenga claro que lo que desea es que el Estado que representa sea escrupulosamente laico.»
(Hablando de mujaidines: la foto es de los techos de la «Mezquita de Alabastro» o de Muhammad Ali, en El Cairo, tomada en Marzo de 2.008)
Discrepo del 5º, 6º y 9º porque estos asuntos son más responsabilidad de nuestros políticos que permiten o toleran esta situación que de la propia Iglesia.
Discrepo también de la frase de Javier Ortiz. Un político tiene que ser respetuoso siempre. El beso en la mano es ciertamente un gesto trasnochado y cargado de un simbolismo inadmisible pero me interesan más las decisiones y el que avancemos, no tanto hacia un Estado laico, que por supuesto, sino hacia un auténtico Estado aconfesional como por cierto recoge la Constitución. Con eso me conformo, de momento.
No sólo los mandamientos quinto, sexto y noveno, Júcaro: el incumplimiento de todos y cada uno de ellos, del primero al último, es responsabilidad directa e ineludible del Estado, sus gobiernos y políticos gobernantes, puesto que el gobierno a ellos compete, y no a las iglesias. Es decir, aunque las iglesias aprovechen, por ejemplo, para impartir dogma, religión y moral desde los púlpitos públicos que los gobiernos les ponen a tiro (clases de religión en escuelas públicas o medios de comunicación públicos, por ejemplo), la culpa no es de las iglesias sino de los políticos que les permiten adoctrinar y hacer apostolado aprovechando torticeramente recursos ciudadanos públicos, supuestamente laicos y aconfesionales (escuelas y medios de comunicación públicos).
Tampoco me parece que Javier Ortiz esté animando a ser irrespetuoso a nadie; lo que ocurre es que el servilismo mostrado hasta el momento por nuestr@s ministr@s es lo que me parece, esto sí, totalmente trasnochado, humillante y propio de otros tiempos en los que el poder civil, ciudadano, estaba sometido al poder divino (cuando los emperadores eran coronados por los papas y los dictadores desfilaban bajo palio).
El decálogo me parece muy bueno. Y tu comentario en respuesta a Júcaro, también. Ah! Y Javier Ortiz es el único columnista que tengo en mi Bloglines. Me parece un fenómeno ;-).
quiero pedir por la salud de todos
yo estoy por la sana colaboración entre el Estado y la Iglesia.