No sé si, como alegan en el Canal de Isabel II, órgano dependiente del Gobierno de la Comunidad de Madrid, el proyecto de Juan Navarro Baldeweg presenta tantas deficiencias o puede provocar los retrasos o las desviaciones de obra que dicen los chicos de Espe. Si así fuera, habría que pedirle las responsabilidades que le correspondan, suponiendo que todas esas consecuencias negativas fuesen ciertas y responsabilidad del autor del proyecto y director de la obra. Soy el primero en desear que las obras públicas se ejecuten con el mínimo coste, en sus plazos previstos y con las calidades requeridas, y el primero que reclama rigor en el ejercicio profesional de un arquitecto, por muy «estrella» que sea. Lo que no es de recibo, si es cierto lo que dice El País, es que sin mediar previo aviso de ningún tipo, rescindan el contrato y se «quiten de encima» a un arquitecto tan solvente como Juan Navarro Baldeweg. Tampoco parece razonable que Esperanza Aguirre o sus acólitos paguen con Navarro sus rencillas hacia Ruiz Gallardón, que encargó el proyecto que ahora parece que no quiere Esperanza Aguirre. Por todo esto, por la confianza que tengo en la profesionalidad y calidad de la arquitectura de Juan Navarro, y también porque esto tiene toda la pinta de una encerrona, suscribo el manifiesto que circula por la red y que transcribo a continuación:
MANIFIESTO:
Madrid se pierde la principal obra de Juan Navarro Baldeweg…
Murcia, Salzburgo, Princeton, Amersfoort, Barcelona, Roma, Burgos… tenían lo más granado de sus proyectos y obras y ya, por fin, Madrid iba a tener un teatro de Navarro Baldeweg. Sus cajas escénicas, las de los proyectos que habitan o habitarán en estas ciudades mencionadas, son referencia en los textos que analizan el teatro contemporáneo. Los estudiosos de la arquitectura de nuestro tiempo conocen, estiman y siguen el trabajo de Navarro Baldeweg, como arquitecto y como artista plástico. A través de sus numerosas exposiciones en ciudades españolas y extranjeras, sus obras como pintor y escultor, que pueblan los museos y colecciones más representativas, nos obligan a pensar sobre el tránsito entre lo grafiado y lo construído, entre la idea y su realización,
… con intensa dedicación gana el concurso de los Teatros del Canal de Madrid, anima a colaborar en su desarrollo y formar parte de su equipo a prestigiosos profesionales de la ingeniería, e inevitablemente mantiene la expectación del mundo de la cultura madrileño en sus progresivas etapas de construcción,
… con ejemplar paciencia sostiene el pulso de la obra ante los vaivenes de la cambiante política madrileña,
… y ahora nos dicen que dilapida el dinero y aumenta los presupuestos; que es impreciso su proyecto y caprichosos sus cambios. Le empujan y difaman. Pero nada concuerda con la realidad de lo que se ve desde afuera, con el inusitado despliegue de unos planos quebrados que guardan la magia de unos maravillosos espacios logrados en un difícil y escueto solar. Espacios estirados, oblicuos y sabiamente conformados en la topología que afecta a las geometrías elementales.
… todo ello lo ibamos a disfrutar los madrileños. Ahora nos entregarán un edificio manipulado, en que las luces no estarán en su lugar, los colores y texturas no serán los adecuados y cuando estemos en él, nuestro observación repudiará la torpeza accidental frente a la claridad de la idea y la rotundidad de lo más esencial hasta ahora logrado.
… ya faltaba poco, y ese poco, sin embargo, se va a convertir en una lastimosa calamidad que destrozará el honrado trabajo de un arquitecto y, con él, de uno de los más preclaros hombres de la cultura española de nuestro tiempo.
Manifestamos nuestro repudio como personas civilizadas, que habitamos una ciudad que necesita de nuestro grito, de nuestra impaciencia y de nuestra determinación, frente a la manipulación, la mentira y el oprobio a nuestra cultura y a uno de sus más dignos representantes.
(He llegado a este asunto a través de Toki, y las fotos no son de ninguna obra de Juan Navarro sino de Alvar Aalto, de un teatro y centro cívico, en Helsinki, tomadas en Julio de 2.003)
Deduzco por el terrible manifiesto que se va a dinamitar la obra y vamos a tener una «zona cero» aqui mismo en Cea Bermudez, que lastima… con el 96% de la obra acabada es imposible siquiera imaginar como podrhaber llegado a ser…
Para haber desintegrado un proyecto, la verdad es que yo sigo viendo unos buenos volumenes en la calle y curiosamente coinciden con los planos.