«Se ha producido, en cierto modo, una españolización del panorama político francés. Todos sabemos que en España hay una franja electoral numerosa que se identifica con la extrema derecha, pero que no cree conveniente promover una candidatura abiertamente fascista, porque sabe que eso no acabaría reportándole provecho. Es gente que prefiere votar al PP, consciente de que ese partido no es todo lo ultra que sería de su agrado, pero a sabiendas de que es lo suficientemente ultra como para hacer la cusqui a los jodidos demócratas y a los crápulas antifascistas.»
Insertar aquí este extracto del último artículo de Javier Ortiz («Francia españolea«) es mi manera de provocaros para que lo leáis entero. Por dos razones:
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Como siempre, el bueno de Ortiz está sembrado, ocurrente y con bastantes visos -a mi juicio- de tener mucha razón en sus apreciaciones.
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Me ahorro escribir -porque yo lo haría peor que él, y sin embargo el contenido sería bastante coincidente- lo que, el domingo, pensé yo también al ver los resultados de LePen y Sarkozy. «Qué bien, baja LePen. Qué mal, sube Sarkozy«. O más bien: «sube Sarkozy porque baja LePen«. Como pasa por aquí, en los últimos episodios de ultraderechización del PP. Pero había dicho que me lo iba a ahorrar…
(La foto viene de Dublín, de un rincón del Trinity College, de mi última escapada de esta semanasanta)