Vivienda para Tales y dos filósofos.

Después de criticar -en sentido constructivo, nunca mejor dicho- [grandes] obras de arquitectura y urbanismo ajenas, clásicas, modernas y contemporáneas, me ha parecido que no estaría de más enseñaros una [pequeña] obra propia. Esta vivienda unifamiliar, proyectada en 2000 y construida entre 2001 y 2002, es una pequeña obra -como aquellas que llamábamos, en otro artículo titulado «Pequeñas arquitecturas: el tamaño no importa«, salvando las distancias y con toda humildad- que diseñé para Coro y Javier, una pareja de buenos y antiguos amigos, de formación filosófica, y su perro, Tales, un pastor belga malinois que lamentablemente ya no habita ni la casa ni este mundo. La casa está en Galizano, Ribamontán al Mar, Cantabria, entre el mar y las vacas. En el proyecto, y sobre todo, en la dirección de la obra, me echó una mano Luis Fernández del Arco, otro buen amigo cantabrón y excelente arquitecto, a pesar de su insultante juventud. Y la razón de selecccionar esta obra y no otras -más grandes, más públicas, menos domésticas– en las que he participado, es que precisamente en este proyecto se dio una circunstancia que no es frecuente: los clientes, por ser buenos amigos, se dejaron llevar y confiaron totalmente en mis (nuestras) decisiones compositivas y constructivas, fijando únicamente los requisitos económicos y funcionales.

Además de los condicionantes e intenciones de diseño que describo de una manera algo estrambótica -he de reconocerlo, al leer unos años después la memoria del proyecto que os extracto a continuación- hay uno esencial que conviene conocer para entender por qué el proyecto es así y no de otra manera: el coste de construcción de esta vivienda, de unos 90 m2 útiles más otros 15 de garaje, podría llegar a encajar en los módulos máximos de costes de VPO. Es decir, el coste de producción prácticamente ajustado a lo que hemos dado en llamar «vivienda social». Y sin embargo, creo que la vivienda, su resultado final, cuenta con una riqueza espacial, a pesar de la austeridad de los materiales y la simplicidad de volúmenes, que no suele ser habitual en lo que llamamos «vivienda asequible». Pero esto, mejor que lo opinéis vosotr@s. Y lo critiquéis, eso sí, constructivamente. Ahí va:

ACTUALIZACIÓN  04.05.2008_22:30: a petición de Ricardo, enlazo aquí una planta de distribución interior y los dos alzados principales de la vivienda. No están del todo bien representados los colores y grosores de pluma, pero es todo lo que he sido capaz de hacer en un pispás sin investigar demasiado en exportación de formatos CAD a PDF.

 

EXTRACTO DE LA MEMORIA DE PROYECTO (Abril de 2.000)

Hemos ocupado casi toda la parcela.

No era nuestra intención.

Nos gustan los espacios libres.

Pero si pretendemos desarrollar todo el programa de la vivienda en una única planta a rasante accesible, no nos queda más remedio que casi agotar la superficie definida por la envolvente de las líneas mínimas de retranqueo. Únicamente se ha salvado un pequeño espacio al Sur.

Esta era una de las condiciones de partida de proyecto: todos los espacios habitables deben ser accesibles, incluso para personas con movilidad reducida.

Como consecuencia de la ocupación en planta, aparece el problema de la privacidad relacionada con la rasante de planta baja en la que se desarrolla el programa y con la mínima distancia de los paramentos exteriores de la vivienda a los linderos de parcela y a la carretera. Para aliviar las consecuencias negativas que en lo tocante a este aspecto provoca la cercanía del límite público-privado a la piel de la vivienda hemos decidido cerrar ésta en los linderos Norte, Este y, sobre todo, Oeste (la carretera) y abrirnos de manera más expresa hacia el sur, donde hemos considerado que coinciden las mejores vistas y condiciones de soleamiento y donde, además, hemos liberado de edificación una pequeña zona de expansión vital; el porche y su prolongación pavimentada hacia el sur.

La vivienda se articula tomando como eje longitudinal el que atraviesa el espacio principal, estar-trabajar, de dirección Norte-Sur, marcando también volumétricamente esa direccionalidad mediante el juego de cubiertas contrapuestas que se abren sobre ese corredor central. A su vez, el tránsito de acceso y el corte público-privado se realiza en la dirección Oeste-Este, controlando la privacidad en el punto preciso de corte de las dos directrices ortogonales, tras el que se sitúa la chimenea, el símbolo del corazón del hogar.

El tratamiento de cada «cara» de la vivienda responde a las muy diversas solicitaciones a las que se las somete.

El Oeste es la muralla que nos salva de miradas y ruidos ajenos, la coraza que nos envuelve hacia nuestro adentro, el casco del buque que surca la llanura ondulante y verde, impermeable bajo su línea de flotación, aunque a medida que ascendamos por su calado encontraremos rendijas de luz y color hacia espacios interiores que se desparraman al llegar a lo alto, a la cubierta de la nave, donde el resplandor de la luz de la mañana se recoge y tamiza, y llega, al fin, al corazón de la balsa de habitar en jolgorio contenido de brillos cárdenos y malvas. Abajo, allá abajo, junto al suelo, se ha quedado la grieta que se abre entre los muros para darnos entrada, como un túnel, como la pasarela del barco, pero resguardada arriba, a derecha e izquierda, por parapetos que nos acompañan a nuestro adentro, al verdadero adentro.

El Este recuerda la tarde, tímidamente, sin aplomo ni arrojo, rasga con quietud los paños pétreos en un único gesto de acercamiento a las estancias, allá donde se la ve venir, temprana, con sus quehaceres ineludibles, mientras se extiende, duro, hacia el sur, hacia los vientos cálidos, para abrazar así ese sí-es no-es, el espacio híbrido donde saldremos a oír crecer el día, a la sombra, con la mirada fija en el horizonte del mediodía. Pero allá, en segundo plano, apuntalado tras la bastarda estancia hija ilegítima del dentro y del fuera, donde no llueve pero arrecia el viento, se abre el espacio de la atardecida por excelencia, el escenario del anochecer veraniego, la maravilla y la esperanza del último rayo de sol en los ojos.

El Norte es hiriente, duro y a la vez extrañamente educado. Por él entra al semiadentro nuestro metálico corcel, tecnología que pide entrada tecnológica, dura, afilada como cuchillos, y junto al volumen férreo, saliente de la masa única de piedra, sólo nos atrevemos a asomar bajo un paraguas que proteja la ropa tendida a la sombra y al viento, fuerte, duro, pero curiosamente amable.

Y el Sur. El sur es el cántico al absurdo feliz, a la piel que desaparece, la proa que se abre al infinito del horizonte. En él se confunde incluso el dentro con el fuera, se mezclan, se aparean y dan una prole de variopintos churumbeles, sensaciones del espacio híbrido: la luz fugaz del mediodía que atraviesa puertas y corredores para colarse hasta el meollo de la casa, o la luz potente y plana que atraviesa ese mismo hueco cuando nos acercamos al lienzo de vidrio, o la mestiza luz reflejada en los muros, en el pavimento, que entra a raudales por la estancia desde el jardín, bajo la techumbre del porche. El Sur nos recuerda que también podemos salir de dentro hacia dentro.

El corazón de la casa, sin duda, su estancia principal y esencial, de la que vive el resto, se forma en la continuidad de los espacios que fugan hacia el azul de la mañana, se abren de par en par al mediodía y dan la espalda al atardecer, buscando cobijo y sombra. Es la conjunción de los espacios de estar y trabajar, únicamente sesgados por un sutil paño traslúcido y el sotabanco colgado que nos marca la trayectoria desde lo público a lo íntimo, el camino que une y separa al mismo tiempo dos recintos gemelos, próximos y tan distantes como se quiera en cada ocasión. La luz de la mañana se filtra por el altillo de la biblioteca, por entre los libros que se acumulan sobre el paso, proyectando sombras de sabiduría, reflejos del mito y la ciencia sobre la realidad vivida, trivial, sosegada.

 


(Las fotos las tomé en Septiembre de 2004, y aunque algunas de ellas están postprocesadas en un plan algo experimental, creo que dan una idea del resultado final del proyecto)

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10 respuestas a Vivienda para Tales y dos filósofos.

  1. Bengoetxe dijo:

    Jo, Fernando, no te conocía en esta faceta, que sin duda deberías desarrollar. Me ha gustado mucho la sensación de luminosidad en el interior que tiene la casa a pesar de no disponer de demasiada superficie de ventana por esa voluntad de aislarla de la inmediatez de la calle o la carretera. Además, creo que está muy bien pensada para vivirla. Aunque en las fotos no se aprecia el juego interior de las habitaciones y no me acabo de hacer una idea de cómo quedan.
    La descripción de la vivienda me ha parecido mundial. Se percibe en la obra tu cariño y respeto a la gente que iba a habitarla.

  2. Coro dijo:

    Las fotos dan sólo una idea del resultado final del proyecto. La realidad es mucho mejor. Y lo sé porque soy una habitante de la casa.
    Yo no os voy a contar nada técnico. Pero quiero decir algo de lo que se siente desde el otro lado.
    No sé si podéis imaginaros el lujo que supone que un amigo haga una casa para ti. O sea, conociendo cómo eres, cómo te gusta vivir, (¡y de cuánta pasta dispones!…), y que el resultado sobrepase con mucho tus expectativas.
    Todavía ahora (y hace cuatro años y pico que vivimos aquí)Javier y yo la miramos y nos conmueve.
    Cuando Fernando nos enseñó el proyecto nos encantó. Pero en realidad no teníamos ni idea. Toda esa descripción del oeste, el este, el norte y el sur… sonaba bien. Y las alusiones a la caverna, las sombras proyectadas etc. nos parecían un guiño poético. Pero resultó ser mucho más… la casa ¡ES ASÍ!.
    Y además de hacer NUESTRA casa (que no es en absoluto lo mismo que una casa), Fernando (y Luís, porque vivimos con él la dirección de obra y hablamos mucho, y esta casa es también suya)nos enseñó a apreciar la arquitectura en su verdadero sentido: creación de espacios para vivir.
    Así que, gracias.
    P.S. ¡Y todo eso a precio VPO, y completamente accesible, y luminosa, y fácil de limpiar, y…
    Que nadie se llame a engaño que no la vendemos. Pero ofrecemos visitas guiadas a los amigos del autor;-)

  3. loretxoa dijo:

    Hola Fernando. Joder, qué casita. A ver si proyectan algunas así para Gwendolin, digo, Guenduláin.
    Me gusta, porque pobre soy, pero no gilipollas.El salón, la cocina, la luz… no me importaría meterle un router inalámbrico y voilá!!!
    Ahora bien
    – MODO TOCAHUEVOS ON – y que me perdonden Coro Y Javier –
    ¿la panadería está muy lejos, y el kiosko, y el cine, y el currelo?
    – MODO TOCAHUEVOS OFF –
    Yo casi, como que prefiero un piso. Y si es en Carlos III y con techos de 4 metros, pues mejor, qué quieres que te diga.
    Post Scriptum: Marta y Antonio, a lo Bonnie and Clyde. http://www.lapetiteclaudine.com/archives/011004.html
    http://elastico.net/archives/2007/02/think_small.html

  4. robertoC dijo:

    Bueno, bueno, ya has tardado en enseñárnoslo. La vivienda me ha gustado: esos volúmenes netos, las rectas que se entrecruzan y se mezclan, la combinación de diferentes superficies… Pero no esperaba menos. Lo que verdaderamente me ha sorprendido es el fondo literario de la vivienda. Desconocía por completo que se podrían apilar ladrillos y vigas partiendo de una visión literaria del espacio. Enhorabuena, Fernando.
    Ah, y encima, en Galizano. Eso es un lujazo.

  5. fernando mh dijo:

    @Bengoetxe, tienes razón, con estas fotos que he puesto -las que tengo, por otro lado- no se entiende del todo bien la vivienda: limitaciones de la fotografía digital no-profesional-chapuceril. Esto es precisamente lo que hemos comentado alguna vez que echo en falta, un gran angular en condiciones… una reflex como Cartier Bresson manda, vamos. Todo se andará.
    @Coro: gracias, gracias, gracias, pero no te pases, que me enterneces y me vas a hacer llorar. Y lo que dices sobre los «espacios para vivir» es, precisamente, lo que hace que merezca la pena seguir ejerciendo esta profesión, en el increíble y peligroso mundo de «construlandia«. De todas formas, ten cuidado con las ofertas de visitas guiadas, que ya sabes luego lo que pasa… que las visitas las carga el diabloUn beso.
    @loretxoa, yo también pensaba como tú, respecto a que es mejor vivir en el centro de la ciudad. Pero no está mal descubrir también otras ventajas de vivir en un pueblecito, pegado a la tierra… tiene otras compensaciones, aunque no tengas el cine al lado. Lo demás, el pan y el periódico y el vermouth de los domingos, con sus rabas, por supuesto, lo tienes igual, en el pueblecito o en el centro de la ciudad. Y mis amigos, Coro y Javier, también eran urbanitas militantes hasta que descubrieron que también existe la tierra, la luz, el verde, el mar… y que podían vivir allá, con casi las mismas ventajas que en la ciudad, pero con alguna más derivada del contacto directo con la tierra. Yo lo descubrí con ellos. Te recomiendo que lo pruebes: engancha.
    @robertoC: primero son las ideas, y luego son los ladrillos. Sin ideas no hay ladrillos, sin visión del espacio previa -literaria o no,ahí cada uno es cada uno y tiene sus cadaunadas– no es posible montar una arquitectura que merezca la pena. Lo que pasa es que la mayor parte de las veces sólo vemos el ladrillo, y no conocemos lo que hay detrás, las ideas. Y claro, colegimos que no hay nada, que no hay ideas, sólo formas. Pero en la mayor parte de los casos, al menos de la arquitectura que nos pueda interesar, hay un elaborado y complejo discurso teórico sobre el espacio y las intenciones del proyecto.

    Gracias por las felicitaciones a tod@s,
    que creo que corresponden más a Coro y Javier, por confiar. La mayor parte de las veces los arquitectos tienen buenas ideas, pero no es habitual encontrarse con clientes tan confiados -en el buen sentido de la confianza- como ellos. Y en cualquier caso, quiero insistir en que sin la colaboración de Luis esta pequeña arquitectura no habría sido posible. El mérito, si lo hay, es una gran parte suyo.

  6. josemanuel dijo:

    No me imortaría nada ver más creaciones tuyas a éste nivel. Conozco el pueblo y es un auténtico lujazo la tranquilidad y el entorno que allí se disfruta, aunque yo pertenezco también a la tribu de loretxoa. Bien para desconectar temporalmente; no sé si podría vivir allí todo el año.
    La «casita» es preciosa.

  7. fernando mh dijo:

    @josemanuel, aunque quisiera tampoco podría aburriros con muchos artículos como éste, porque mi carrera de «productor de espacios para vivir» ha sido más corta de lo que a mí me gustaría, y he dedicado gran parte de mi relativamente corta historia profesional a la gestión, a la burocracia, a la dirección de equipos y empresas -privad@s en su mayoría-, y no me he podido dedicar al diseño, a la producción de proyectos y obras de arquitectura tanto como otros colegas.
    Sin embargo, y si ellos se dejan embaucar, os prometo traer aquí obras mucho más interesantes que esta, si cabe, (;-) siempre que esos otros colegas se presten a socializar sus obras y dejar que las «destripemos» desde aquí. Nacho, Tomás, Íñigo, Marta, Jon, José Antonio, Luis(f), Luis (r), Ricardo, Nerea, Susana, Carlos,… seguro que tienen alguna obra que quieran y puedan enseñarnos y con la que aprendamos cosas interesantes.
    Es más, no sé cómo lo voy a hacer, pero llevo unos días dándole vueltas a esta idea: ¿no os parecería una idea interesante «prestar» este espacio a arquitectos «desconocidos» para que expliquen una obra?
    A ver cómo lo monto. Si os parece, claro.

  8. leolo dijo:

    Os dejo una opinión sobre la vivienda que quizás pueda ser de interés. He estado allí una tarde, con cena inclúída. Y aunque el arquitecto es mi amigo, ni vivo en ella ni la he diseñado yo. Coro y Javier tuvieron a bien invitarnos a cenar hace dos veranos y la casa me encantó. Me pareció una casa para comer, leer, trabajar, estudiar, estar con amigos, escuchar música … No sé, me pareció que es lo que arquitectura puede ofrecer a las personas para ayudarlas a vivir mejor. Pura funcionalidad, mucho confort, más espacio del que parece, buen precio … Me encantó. Por cierto, un beso muy fuerte para Coro y Javier.

  9. Ricardo dijo:

    Vengo de otro hilo de este blog, en el que le dije a Fernando que iba a darle mi opinión sobre su proyecto. Vamos allá.
    Antes que nada, enhorabuena a los afortunados moradores de esa casa.
    Me ha interesado, sobre todo, el hecho de que se trate de una vivienda unifamiliar, con 90 m2 de vivienda más 15 m2 de garaje, que, como dices, «podría llegar a encajar en los módulos máximos de costes de VPO».
    Las viviendas unifamiliares no están recogidas en la Ley de Accesibilidad como viviendas para las que deba existir obligación de un cupo para personas con movilidad reducida. Sin embargo, está claro que es posible construirlas, sin que se disparen los precios. ¿Por qué no se hacen?
    Por otro lado, es también muy interesante que realizarais el proyecto en colaboración con los futuros habitantes de la casa, lo que permitió adaptar las características de accesibilidad a sus necesidades concretas. La normativa de construcción de viviendas adaptadas es tan rígida (el «café para todos» que dice Fernando) que, en muchas ocasiones, resulta un obstáculo más que una ventaja para la persona que va a habitar esa vivienda.
    En mi experiencia, he tenido muchos problemas con viviendas públicas por esa razón y, finalmente, en el piso libre que he comprado y está en construcción, también me han hecho las adaptaciones que necesitaba, no todas las que la norma exige. He de decir que no es un piso del cupo adaptado, ya que no encontré ni uno en todas mis visitas por las inmobiliarias de Vitoria.
    Por lo demás, lo que veo en las fotografías y en el plano tiene muy buena pinta (aunque no acierto a adivinar qué es el huecho 08; ¿una habitación para lavadora, etc.?). Lo que más me convence de que el proyecto ha sido un acierto es la satisfacción de Coro y Javier, como puede leerse en el comentario de la primera.

  10. fernando_mh dijo:

    Desde mi punto de vista, Ricardo, hay dos razones por las que no se construyen viviendas unifamiliares «asequibles»: una, cultural: que en España -y más en Euskadi, en concreto- la «vivienda unifamiliar» se ha considerado histórica y culturalmente como un elemento de distinción, elitista y de «alto standing», al revés que ocurre en otros países europeos, como Francia, Holanda o Alemania, donde lo «normal», lo natural es vivir en una vivienda unifamiliar, incluso para personas con rentas limitadas o medio-bajas. Como aquí es «artículo de lujo», o así se considera socialmente, tanto los productores (los promotores de vivienda, «construlandia») como los consumidores (presunta «élite») asumen que su precio es muy superior al de un apartamento o piso en propiedad horizontal. Como corolario a este teorema resulta de las viviendas unifamiliares en España suelen tener muchísima más superficie (el doble, o más) que una vivienda media en bloque colectivo, apartamento o piso. Esto, de rebote, incrementa su precio aún más hasta niveles inasequibles para casi nadie.
    La otra razón es socio-urbanístico-económica: el suelo. La razón por la que -al menos en Euskadi- el precio de venta final de una vivienda unifamiliar, aunque no sea muy grande o de materiales de lujo, sea tan exageradamente alto es el suelo. La parcela típica de vivienda unifamiliar adosada (adosada, eh, no hablamos ni si quiera de aislada o pareada) viene a costar en el mercado unos 200.000 €. Ya de entrada el coste se dispara. Si además añades el «efecto cadena» que te comentaba antes, este encarecimiento se multiplica, porque nadie se gasta 200.000 € en suelo para construir por 100.000 € (que es lo que cuesta construir una vivienda de 90 m2), sino que se construyen más metros y más caros, para «aprovechar» el alto coste del suelo.
    En algunas comunidades (que yo sepa, en Navarra se ha hecho) se han promovido VPO en tipología de vivienda unifamiliar adosada, en pequeños pueblos en los que se adapta esta tipología mejor a su escala urbana doméstica. Sin embargo, esto ha sido posible cuando las diferencias entre precios de vivienda protegida y libre no eran tan brutales como son ahora. Socialmente creo que no sería bien asumido que la necesidad de vivienda de una persona se sacie con un producto considerado «de lujo», como son las viviendas unifamiliares en España, aunque sean adosadas, de superficie reducida y materiales simples.
    El hueco nº 8 es un lavadero-despensa, efectivamente.

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