Ser de izquierdas significa no claudicar.

En los Apuntes del Natural, de Javier Ortiz, he encontrado una perla de lucidez, un destilado de sabiduría política. Se trata de una entrevista que le hace el periodista a Julio Anguita para la revista La Clave.

De muestra, aquí va una pequeña alusión «de rabiosa actualidad» (las negritas son mías):

«En mi concepción, España sólo puede sustentarse en el acuerdo de los pueblos que la componen. A mí me gustaría que estuviéramos todos conformes en marchar en común, pero si un pueblo no está de acuerdo, o si hay dudas de si lo está o no, y en qué proporción… ahí defiendo que se reconozca el derecho de autodeterminación. Que es un derecho, por cierto, suscrito por el Estado español en las Naciones Unidas.»

«De todos modos, cabe estar juntos de diversos modos. La derecha mostrenca todavía no ha entendido que el Estado federal es una forma de Estado unitario. Podría instaurarse sin que eso supusiera el fin de la unidad de España, ni mucho menos.»

Como siempre en sus entrevistas, Javier Ortiz está sembrado, certero, directo y al grano. Pero las respuestas de Julio Anguita son para leerlas con detenimiento. Cada vez que leo u oigo a este compañero de partido me vienen a la cabeza dos cosas: la primera, que qué lástima haber perdido para la primera línea política a este monstruo de la retórica, en el buen sentido, maestro en el manejo didáctico, pedagógico, de la palabra para convencer con razones, para defender ideas. Y la segunda, recuerdo por qué estoy comprometido con una fuerza política, Ezker Batua-Berdeak.

Os voy a hacer una confidencia, ahora que no nos oye -lee- nadie: en 1.993, justo antes de aquellas elecciones generales, aquellas del mítico «programa, programa, programa«, la de los «decepcionantes resultados» (IU-IC obtuvo «sólo» 18 diputad@s y más de dos millones de votos, pero esperábamos más… optimistas antropológicos hemos sido siempre), cinco amig@s nos conjuramos y le escribimos una carta a Julio Anguita, medio en broma, medio en serio, «provocándole» para que nos asegurara que no se iba a vender por un plato de lentejas a la supuesta «casa común de la izquierda», que iba a ser coherente con sus principios, con las ideas que hicieron nacer a Izquierda Unida, tras el engaño PSOcialista de la OTAN y de la reforma laboral,…

En fin, le veníamos a decir, antes de las elecciones, que no estábamos convencidos de otorgar nuestros votos a IU por temor a que lo único que persiguiera su formación política fuera el conchabeo, el contubernio politiquero, el reparto «útil» de poder, las poltronas, sin hacer valer las ideas, el programa, la transformación de la sociedad en valores de justicia, libertad, igualdad, izquierda.

Y Julio Anguita nos contestó muy amable y satisfactoriamente, diciéndonos que podíamos estar tranquilos, que no se vendería por un sillón, y luego cumplió su promesa, y no se vendió por un plato de lentejas sino que mantuvo la coherencia y la combatividad política hasta la extenuación. Hasta los tres infartos. Y en gran parte por esta coherencia, cuatro de l@s cinco amigos que firmamos aquella carta poco más tarde nos afiliamos al PCE, o al EPK-PCE y, por tanto, pasamos a formar parte de Izquierda Unida. En mi caso esto fué en 1.994.

Ha llovido desde entonces, trece primaveras ni más ni menos, casi media vida. Pero lo que ahora dice Julio Anguita, en esta entrevista que os recomiendo leer despacito, con atención, sobre lo que pasó entonces y lo que pasa ahora, está de plena actualidad y desde mi punto de vista, acierta en el análisis político e histórico de manera certera. Os lo recomiendo: merece la pena. Como muchos otros Textos de Ortiz, por cierto. Y después de leerlo, espero vuestras opiniones y comentarios.

(Las fotos son de la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia, obra de Santiago Calatrava, y las tomé durante los primeros días de este mes de Enero)

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